Desperté en el piso del living deseando dormir un poco más. No me sentía para nada contracturado por la dureza de la cama improvisada, pero el sol de la mañana ya inundaba todos los rincones de la casa y un rayo caprichoso venia a darme los buenos días justo en la cara, amplificado por su rebote en un papel metalizado que descansaba al borde del sillón.No descarté este echo como quizá el mejor despertador que pude haber inventado sin habérmelo propuesto, porque a diferencia del odioso ruido a sirena de barco que tiene el reloj q uso, (que me deja malhumorado siempre la primera hora de todos los días en q tengo q escucharlo), este nuevo invento, no solo mejoraba mi humor matutino si no q hasta era lo mas parecido a una caricia de las q solía darme Lucía cuando amanecíamos juntos.
Tan reconfortado por el hallazgo y la comparación me propuse q en algún otro momento tenia q probar de hacer funcionar este mecanismo de luz refractada, donde por lo general duermo los días en q no me gana la locura nocturna.
Fui a poner la pava mientras intentaba recordar algo de lo q había soñado, aunque el recuerdo no llego hasta q estaba en el baño pronto a darme una ducha.
Estaba en mi casa, pero no era ésta en la q vivo hace ya 15 años, aunque la sensación era de pertenencia. La veía decorada con mis cosas, mis libros, mis fotos y mis muebles antiguos y sabia perfectamente donde quedaban los cuartos, el baño, el living, el estrecho y largo pasillo de entrada, todo me era muy familiar y nada me resultaba extraño, incluso ver q a la casa le faltaban todas las puertas, las ventanas y el techo.
Todo estaba así , arrancado como casa para demoler, aunque el piso y las paredes estaban nuevas, como recién pintadas, al igual q el servicio, la cocina y las habitaciones. Solo había un techo en toda la casa: era un improvisado pero robusto toldo de cañas atadas parejamente con alambre, tensado en sus cuatro extremos por cables de acero agarrados a la pared de la habitación. No era mucho mas grande q el total de la cama q se ubicaba debajo, en el centro exacto de el cuarto.
Otro dato curioso era q no habían placares y en consecuencia perchas. Todavía me pregunto porque me llamaba más la atención esto q darme cuenta q no había ropa por ningún lado. Ni siquiera una mísera cortina o un deshilachado repasador, mucho menos un par de medias o una camiseta: Pero en el sueño parecía estar muy a gusto con estos faltantes, muy feliz de estar desnudo y q la casa estuviera tan entregada a los elementos.
Y así me veía, tan despreocupado barriendo el living, mientras algunos pájaros surcaban mi hermoso cielo raso de cielo y nubes... Irradiaba belleza, paz, dicha, amor…
Tomando el quinto mate entendí todo:
Era yo un alma de luz y tal mi corazón sentía, así también era mi casa. Abierta de par en par, sin secretos y ordenada.